¿Cómo decorar tu casa para sentirte mejor?

30 de Noviembre de 2020 Assetia Real Estate


Fuente: Fotocasa


La forma en la que decoramos nuestro hogar tiene una íntima relación en nuestro estado de ánimo. Dicho de otra manera, la decoración de nuestra casa tiene un efecto directo en cómo nos sentimos, tanto dentro como fuera de ella.

Así lo demuestran numerosos estudios, que afirman que los muebles y objetos que tenemos en nuestra vivienda, así como su orientación, la luz, los colores y los tejidos que la componen, tienen una causa-efecto en nuestros pensamientos y en nuestras actividades diarias.

Todos anhelamos tener el hogar perfecto: que sea acogedor, que nos haga felices, que nos dé calma y serenidad, y que desprenda algo único, algo nuestro. A continuación te desvelamos siete trucos para conseguir una casa en perfecta harmonía contigo y los tuyos.

 

Orden y limpieza

Es quizás el punto más importante. Por muy bonita que sea una vivienda, si en ella no preside un orden y una limpieza casi impolutos el resto de puntos no servirán de mucho.

Una casa desordenada y sucia puede influir en nuestros niveles de estrés e incluso en nuestra autoestima; por ello, debemos poner especial énfasis en mantener nuestra vivienda limpia y ordenada. Esto nos permitirá, además, respirar mejor, aprovechar más el espacio y movernos por ella con mayor facilidad. Nuestra casa es nuestro reflejo, así que manos a la obra y a mantenerlo todo en orden.

 

Sencillez

Menos es más… Pero con moderación. Así como una vivienda sobrecargada y con excesiva decoración nos puede llegar a generar estrés, ansiedad y hasta sensación de falta de aire, una en la que reine el minimalismo también nos puede llevar a sentirnos vacíos e incómodos.

Por lo tanto, la clave está en saber escoger bien todos los elementos que conforman nuestra vivienda, siempre acordes a nuestros gustos y nuestro estilo, pero intentando que exista una coherencia estética entre ellos.

 

Comodidad

La estética es básica, pero la comodidad lo es aún más. Recordemos que una casa no es un museo, es un lugar para vivir; nuestro hogar. Por lo tanto, tiene que ser cómodo y acogedor, y nos tiene que hacer sentir bien por encima de todo.

No hay una regla universal sobre cómo hacer que nuestra vivienda sea “cómoda”, pero sí que hay pequeños trucos que podemos seguir. Por ejemplo, debemos intentar evitar que los muebles en los que pasamos más horas, como la cama, el sofá, los sillones, la mesa y las sillas del comedor o la cocina, sean demasiado rígidos o demasiado blandos, por muy bonitos que resulten.

También tenemos que intentar elegir los muebles y la decoración acorde al tamaño de las estancias. Además, es recomendable no mezclar los espacios; por ejemplo, no tener el escritorio donde dormimos o donde nos relajamos viendo la televisión o leyendo un libro. Si no disponemos de espacio suficiente siempre podemos recorrer a separadores de estancias.

 

Iluminación

La iluminación es otro de los puntos clave. Cuántas veces hemos oído eso de “es una vivienda con mucha luz”. La luz natural es la que más vida da a una casa. Varios estudios demuestran que esta estimula la producción de endorfinas y serotonina, las encargadas de que nuestro corazón y nuestro estado anímico funcionen a la perfección. Así que siempre que sea posible debemos intentar recurrir a ella.

La luz artificial también influye en nosotros de forma directa, según su tonalidad. Las luces cálidas crean atmósferas más acogedoras, mientras que las blancas producen sensación de nerviosismo e incertidumbre. Sin embargo, según la estancia, es importante elegir unas u otras.

Podemos utilizar una luz cálida en el salón y en el dormitorio, para leer o relajarnos, mientras que en la cocina o el estudio es más habitual recurrir a la luz blanca, ya que al hacernos sentir más tensos y alerta desarrollaremos nuestras tareas de forma más consciente.

 

Olor

Los olores son otro de los puntos clave en nuestro estado de ánimo, y es que cuando nuestro olfato percibe estímulos agradables nuestro cuerpo genera endorfinas automáticamente.

Un olor concreto nos puede transportar a muchos lugares sin movernos de sitio. Y no hace falta decir lo importante que es que una vivienda huela bien. Siempre tenemos que elegir el olor que más se ajuste a nosotros, para que nos haga sentir a gusto y para que además concuerde con nuestra casa. Sin embargo, no hay que caer en la trampa de perfumar demasiado una estancia o la vivienda entera, ya que corremos el riesgo de que resulte demasiado empalagoso e, incluso, nos puede llegar a molestar.

Los olores frescos siempre son una buena opción. Se suelen usar en los lugares en los que pasamos más tiempo, como el dormitorio o el salón. Si queremos arriesgar o dar un toque diferente a alguna estancia podemos optar por olores más frutales o cálidos, como el de rosa o vainilla.

 

Colores

Los colores con los que vestimos la casa también influyen en nuestro estado de ánimo. De hecho, cada color tiene uno o varios significados distintos, y hasta se han desarrollado varias teorías sobre “la psicología del color”. A la hora de elegir los colores tenemos que tener en cuenta el estilo con el que está decorado nuestro hogar y si van a concordar con los muebles que ya hay en él.

Los colores claros, como el blanco, el beige o el salmón pálido, suelen ser los más adecuados, ya que potencian y aportan calidez, luminosidad y sensación de amplitud. Los cálidos, como el gris o el marrón, aunque quizás resulten más arriesgados, también son una buena opción de cara a los meses más fríos del año, ya que aportan incandescencia. Por su lado, los tonos fríos, aunque no gustan a todo el mundo, nos ayudan a relajar. Nos referimos al verde, el malva, el azul, en su tonalidad clara.

Debemos intentar evitar los colores fuertes o saturados, como el rojo, el negro, el naranja, el azul oscuro, etc., ya que generan nerviosismo y además empequeñecen el espacio.

 

Flores y plantas

Además de su belleza, las flores y las plantas aportan innumerables beneficios. Como sabemos, mediante la fotosíntesis, las plantas absorben el dióxido de carbono y lo transforman en oxígeno, por lo que nos ayudan a respirar mejor. Además, está demostrado que cuidar una planta, verla crecer y florecer contribuye a mejorar la calidad de nuestros pensamientos, y debido a su capacidad de generar humedad en el ambiente, pueden ayudar a disminuir la electricidad estática de casa.